En
la noche del jueves salí con un par de amigos a dar una vuelta por el Centro.
Pero no fue una noche normal.
Las
clásicas y eternas luminarias del corazón de Buenos Aires en la cercanía del
Obelisco, la interminable presencia de los taxis, como abejas en las colmenas,
y las almas “perdidas” de las noches
porteñas no eran así fácilmente detectables como suele ser.
Jueves
en la noche había otra Buenos Aires, sumergida en una atmósfera en el medio
entre Londres en noviembre y Milán en el final de un mes de enero. Poca
visibilidad, poca gente en la calle, todos refugiados en casa o en los bares,
trafico muy reducido.
Pasando
el cruce entre la calle Tucumán y la peatonal Florida se veía, con mucho
optimismo, imaginación y esperanza, esas camionetitas eléctricas de la vecina comisaría
y algunos de los chicos que te dan estas “invitaciones”
para un par de horas de supuestos paraísos sexuales a precios “turísticos”.
En
algún punto del recorrido que hicimos me pareció reconocer el cruce entre Fulham
Broadway y North End Road, en el corazón de Chelsea, a pocos metros de la
cancha de Stamford Bridge, en donde pase miles de veces en mis inviernos y
otoños británicos; me estaba clamorosamente equivocando ya que el cruce era
entre Suipacha y Corrientes.
El
tema de fondo es que si hubiese sido una fría tiniebla de origen ingles, todo
bien, la verdad es que era HUMO. Humo
denso, fuerte, que penetra las narices y te llega al fondo de la garganta y que
también entra en casas y bares, en uno de los dos o tres, no recuerdo con precisión,
en cuántos fuimos no se podía respirar ni con el aire acondicionado prendido a
full.
<
Son los incendios de los pastizales >, como dicen todos los noticieros
desde por lo menos cuatro días, pero una ola de humo tan grande y persistente que
envuelve una ciudad enorme como Buenos Aires es muy particular, inusual y………….
hasta sospechosa.
Estamos
saliendo del ultimo bar, a esta altura del partido no es fácil saber si hay mas
humo en la calle o mas “tiniebla” en
nuestras cabezas. Una vez arriba del coche de uno de mis amigos quedamos un
minuto observando el humo que nos redondea;
El
ritmo metropolitano parece cristalizado nadie parece moverse o tener vida.
De
la nada sale una chica caminando, tiene pinta de una que se está yendo a
ganarse la vida en uno de estos locales que hay por ahí. Es medio rubia y de
negro vestida tremendamente similar a uno de los personaje de una inolvidable
película que tenia como escenario una ciudad eternamente envuelta en humo y
lluvia artificialmente provocada por la contaminación debido a los “abrumadores
logros tecnológicos y científicos” del ser humano.
La
película es Blade Runner y en esta noche de un jueves de abril Buenos Aires ES
esta ciudad.
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