Cuando pienso en
Fitzcarrald y en sus mercenarios, dijo Ino Moxo, cuando pienso que esos
genocidas eran hombres me dan ganas de nacionalizarme culebra (Las Tres Mitades de Ino Moxo. Cesar
Calvo).
Cada médico ayahuasquero proviene generalmente (ya que
hay médicos mestizos) de una etnia específica, la cual ha tenido un proceso de
integración a la cultura occidental y al país brutalmente traumática. Hasta
donde sabemos, la manera de vivir tradicional se baso en la práctica de la caza
y la recolección y, la movilidad en vastas zonas geográficas, movilidad que
demarcaba un territorio limitado por similares demarcaciones territoriales de
otras etnias, muchas veces rivales.
Aún hoy, el nativo conserva la pesca como una actividad
importante, para lo cual el jefe de familia sale a las cochas o ríos y pasa la
noche pescando con atarraya. La deforestación y la intrusión de la cultura
occidental a través de la migración, proceso que se acentuó en los últimos 40
años con la construcción de la carretera marginal de la selva y con el Plan
Nacional de Desarrollo de los 60´s, con el que se pensó detener la migración
masiva a las ciudades de la costa, promoviendo la migración masiva a la selva,
ocasionó que el entorno natural, socio económico y cultural de las comunidades
nativas sea altamente disturbado.
Si a esto le sumamos la actividad petrolera y gasífera
de los últimos años, esto se acentúa mucho más. Poco queda de caza y
recolección, muchas comunidades han derivado a la agricultura y a ser fuente de
mano de obra barata, cuando no de la trata de chicas para ejercer la
prostitución.
El golpe que han sufrido diversas etnias amazónicas ha
sido brutal en los últimos 100 años, desde el genocidio de Fitzcarrald y los
caucheros, la guerra interna del país que alcanza también a las comunidades
nativas de la amazonia, expresado en enfrentamientos contra la guerrilla del
MRTA, represión indiscriminada de las fuerzas policiales y militares y, con una
guerra abierta de sendero luminoso con la nación ashaninka, donde ocurrieron
genocidios espantosos y éxodo de muchos nativos hacia las ciudades intermedias.
Su inclusión a la sociedad peruana (tan fragmentada a su
vez) es una tarea pendiente del estado y, del conjunto de la sociedad peruana
(y sudamericana), ya que siguen sintiéndose ajenos a ella, sufriendo una
erosión cultural (quizás la etnia awajun sea la que mejor ha resistido a ello)
que, frecuentemente, los hace renegar de su aspecto físico, de su vestimenta
tradicional y de su lengua.
Esto se agudiza en las comunidades cercanas a grandes
ciudades y con presencia de turismo (San Francisco de Yarinacocha en Ucayali,
por ejemplo), donde el pano casi no es hablado entre los jóvenes. La relación
con la sociedad y cultura occidental se da en condiciones de marginalidad y
menosprecio por su identidad.
Estos pueblos son un relicto de saberes arcaicos que,
incluyen además de un excelso conocimiento botánico práctico, una cosmovisión
holística e integradora del bosque amazónico. El contacto con etnias amazónicas
(en el Perú), en muchos casos se da directamente recién en la época del boom
del caucho, que a la vez significo un genocidio de dimensiones espantosas.
Hasta hace poco más de 100 años, etnias como la de los shipibo conibos que,
pueblan las riberas del Alto y Bajo Ucayali, no mantenían contacto con la
cultura occidental, lo que implica que el uso ritual de plantas como el
ayahuasca, haya llegado intacto, como por un túnel del tiempo, desde épocas que
no pueden ser datadas, probablemente desde lo que conocemos como la
prehistoria.
¿Cómo entre la multitud de especies vegetales existentes
en la selva amazónica, determinaron los diferentes etnias, el uso especifico
del ayahuasca, su combinación con el toe o la chacuruna, su tiempo de cocción,
las dosis a usar, las dietas especificas, así como todo el proceso previo de
limpieza sicofísica? Esta es una pregunta que no tiene una explicación
racional, los mayores acercamientos se dan en los mitos creacionistas
amazónicos, más no desde un acercamiento desde la razón a la usanza occidental.
Ha llegado a nosotros, una ciencia milenaria de efectividad comprobada, que ha
viajado a través del tiempo.
A la vez de no dejar de sorprenderme del profundo
conocimiento amazónico, muchas veces me he preguntado, cual es la razón por la
cual, pueblos como el shipibo no pueden recuperarse anímicamente usando las
plantas maestras. Esta pregunta se convirtió en algún momento en una suerte de
cuestionamiento, vistos los muchos casos de degradación anímica expresados en
robo, chismoseria, envidias, alcoholismo, maltrato a la mujer y a los niños,
demasiado frecuentes en ámbitos de comunidades cercanas a ciudades mestizas.
Puede ser porque, incluso entre los nativos, no todos tienen la templanza de
emprender un camino con las plantas maestras, por temor, o porque les seducen
los placeres mundanos, ya que es sabido que el ayahuasca trabaja, actúa y se concreta
en la vida cotidiana, en lo que sigue después de cada ceremonia. No todos están
dispuestos a seguir una disciplina.
Es bastante frustrante, ver como a la vez que, los
médicos suministran tratamientos y terapias que calman y muchas veces eliminan
una serie de dolencias psíquicas, espirituales, energéticas e incluso físicas, de gente de todo el planeta, en el ámbito interno no sirve o no actúa para
sanar las heridas internas del pueblo originario, sin embargo, estos pueblos
siguen siendo los depositarios de una sabiduría de salud y conocimiento para
toda la humanidad, por lo cual inspiran o deberían inspirar un profundo
respeto.
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