De sierpes, boas y allegadas - Esteban Vargas.

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Llueve tanto esa mañana que pienso que no trabajaremos ese día. Repentinamente escampa y nos animamos a salir de la camioneta, pero no pasan ni cinco minutos, y empieza a lloviznar tenazmente. Es lluvia hembra - dice Jorge, con ánimo de resignación - menudita, suave y jode todo el día-. Caminamos veinte minutos más en el barro, hasta llegar a un riachuelo que la lluvia ha vuelto un ser furioso, espumeante y malhumorado. Ni pensar vadearlo, no hay manera. Se hizo lo que se pudo - pienso, y me entran unas ganas locas de regresar pronto a San Pancho, para tomar un cafecito con su respectivo cigarro, en la terraza de la cafetería El Puerto, mirando, al para estos meses del año, enorme y furioso amaru marrón del Río Apurímac. Vanos pensamientos pues, Jorge y Lorenzo - el dueño de la chacra que visitaremos - están ya subidos a un tronco de unos 15 metros, cruzado a manera de puente, mojado y lleno de musgos verdes resbaladizos. Apenas los afeita con el chafle, y Lorenzo, con la pericia de un funambulista, lo ha cruzado ya, subiendo ágilmente, una cuesta pedregosa, mientras Jorge cruza rápidamente detrás suyo.
No hay tiempo para pensar. Miro de frente, aprieto el culo y, de milagro, consigo pasar sin resbalarme, caer ni ahogarme vergonzosamente, en la caudalosa quebrada que brama metro y medio abajo.
Llegamos por fin al cafetal. Los árboles y arbustos salen de entre unas rocas enormes, junto al río. La garua ha dado paso a un autentico aguacero, y ya solo se ven siluetas brumosas, donde adivino que deben haber árboles. Deberían inventar limpia parabrisas para lentes, pienso, mientras camino torpemente por la chacra, y hago como que seco mis anteojos con la polera mojada. Igual no se ve ni mierda y hago la finta de que inspecciono.
Jorge me toma suavemente del brazo deteniéndome. Guarda cumpa – dice - quédate acá. Al costado, ya Lorenzo avanza con el machete en alto, calculando el golpe que da rápidamente a una liana. Casi a mis pies cae un cuerpo verde, se acerca Jorge pensando en voz alta - cuerpo verde y línea amarilla. Es una loro machaco, te muerde en la cara o en el cuello y te da media hora de vida, chuchasumare…. - Lorenzo sonríe, debajo de su gorrita a lo Ho Chi Minh, con cara de matar culebras todos los días.

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