El ayahuasca (Banisteriopsis
caapi), es una planta maestra (no de alucinación, no se te aparece, generalmente,
nada en frente tuyo), que actúa a través de la ampliación de la conciencia. Es vulgarmente conocida aún, por ser una
planta o bebida “alucinógena”, lo cual es completamente un error, tan error,
como la mala traducción (por error de cosmovisión de la cultura occidental al
hacer una mala traducción) del quechua que la hace llamarla soga
del muerto.
El efecto de visión, corresponde a otra planta,
generalmente la chacuruna (Psychotria
viridis) que permite ver, visionar, interpretar los mundos o dimensiones a
donde el ayahuasca permite ingresar (de acuerdo a la etnia y región, se usa
también el toe – Brugmansia suaveoleons
– mezclada con ayahuasca o sola).
El ayahuasca permite a través del estado
conocido como mareación (ocasiona un mareo pronunciado, con dificultad de
mantener el equilibrio físico), percibir otras dimensiones de la existencia, a
la vez que mantener las tres dimensiones usuales, por lo cual, algunos lo
definen como estar despierto y dormido al mismo tiempo, ya que la parte consciente
del cerebro funciona de manera simultánea con la inconsciencia, el espacio de
los sueños. De allí su nombre, aya,
palabra quechua que denomina el mundo existente después de la muerte física (y
no muerte, ya que en el quechua se usa wañu para denominar la muerte física) y huasca (soga, liana en castellano) que
es a la vez descripción de su forma física (ya que es una liana que se enrosca
a manera helicoidal), a manera de soga o puente al mundo de los muertos, el
mundo del espíritu, de lo no físico o más allá[1].
Entonces lo que se ingiere es una mezcla de ambas
plantas, cuyas proporciones y tiempos de cocción, son manejadas por cada médico
tradicional, donde al ayahuasca permite ampliar nuestra ubicación y percepción
hacia otros planos o dimensiones de la existencia, al mundo del espíritu;
mientras que la chacuruna, nos da la capacidad de visionar e interpretar (hacer
entendibles, dotar de cierta familiaridad) a través de las visiones, los
códigos y presencias de esos otros planos, sin lo cual su comprensión seria
seguramente imposible.
La medicina que tomamos, entonces, dista mucho de tener
un efecto alucinógeno, denominación más propia de otros estados, por ejemplo,
del delirium tremens del alcoholismo agudo. No se aparece nada que no exista, y
la visión se da generalmente (a veces no se puede ubicar tan precisamente) como
si tuviéramos un televisor en la mente.
Se ubica en las antípodas de las drogas recreativas, con
cuyo uso se evaden realidades opresivas o traumáticas en lo profundo. Efecto
diametralmente opuesto al ocasionado por la ingesta del ayahuasca, que lleva
directamente a enfrentar situaciones traumáticas archivadas en lo profundo del
alma o inconsciente (como prefieran llamarlo), trabajando activa y potentemente
en el perdón, en el sentido más amplio de esta acción. No genera nunca
adicción.
[1] Al respecto, el Dr. Pio Vucetich Nuñez del Prado medico ayahuasquero y psicoanalista con amplia experiencia y estudios en el tema lo explica claramente
en una conferencia dada el año 2014 en la universidad abierta de Barcelona, que
se puede apreciar en el siguiente enlace: https://youtu.be/J4rT-eVFA28.
No hay comentarios:
Publicar un comentario