Desde hace algún tiempo la parte más
importante de mi vida, es la nocturna. No puedo evitarlo, ni puedo precisar desde cuando, tal vez porque cada vez es más diurna, de tanto proyectarse hasta bien entrada la
mañana.
Pocas cosas se comparan a recibir el alba y
más allá bailando. Bajando del delirio de las altas horas de la noche, en los locales
semivacíos y brumosos, con el espíritu nocturno paseándose entre las mesas, por
los claroscuros y las sombras chinescas del amanecer. Es la juventud que no
acaba, que muere en su ley.
Algunas veces, contemplo la fiesta desde un
estrado en el bar, en las amanecidas de cada fin de semana limeño, del centro
de Lima. Allí me siento Yo, es mi territorio. Mirando entre la multitud. Nunca nadie
pasa más desapercibido que quien no finge esconderse.
Personajes hay por doquier, yo mismo soy ya un
personaje, pocos me llaman Raymundo, para
otras solo un viejo mañoso más, de manos veloces, porque, ¿qué sentido tiene
vivir sino es para estar persiguiendo un buen culo?.
El sábado por la noche pasado, llegue contento
al Bar. Sonaba Midnite, un grupazo, imposible no bailarlo. Era el primer
danzante de la noche, estaba contento y enérgico, recién bajado de un viaje por
Cusco y Bolivia.
Al rato llego Cindy, una amiga que alguna vez fue
vedette, después puta y ahora es seropositiva. Nos encerramos en la cabina de
sonido, Yo me prendí un bate, ella se metió dos rayas, luego vino la euforia,
bailamos desaforadamente, perreo, merengue, luego Ramones, lo que sea, locos colocados
y eufóricos, disfrutando de la vida mientras se puede.
En lo mejor de la noche, entro al bar un
blanquiñoso grandote, igualito al gordo de Exploited. Pitucon loquito, drogado y
agresivo, abriéndose paso en la pista de baile con empujones y metiendo el cuerpo.
- Este huevón va a terminar bronqueándose
con alguien ...con tal que no sea
conmigo... – pensé.
El gordo antipático avanzo hasta el escenario,
pegándose a las paredes, viendo unos murales de Marcahuasi desde abajo hacia
arriba, luego miraba al resto del mundo entre alucinado y desafiante. Me miro,
le sostuve la mirada, puso cara de malo y continuo mirando como midiéndome. Me
empecé a poner nervioso, pero me dije, baila
nomas y fluye, no seas paranoico.
Seguí
bailando con Cindy. Pusieron Atrevete-te-te, ella movía la cintura y el culo como
poseída por una culebra epiléptica, Yo, hacía lo que podía, que no era mucho,
ante tal despliegue y destreza de movimiento y sensualidad de pacharaca de barrio. En medio del bailongo, apareció el gordo chocando
a toda la gente, paso por mi costado, rozándome, se puso atrás mío y me metió
la mano al culo.
Puta que lo sentí. Yo que bailaba con un vaso de
trago en la mano, pare, di media vuelta, sorprendido y vi al conchasumadre con
cara de cachoso, desafiante, retándome, como diciendo y ahora qué pues huevón? Qué
va a pasar?.
Algo paso. Era mucha huevada ya.
Vi mi brazo desplegarse en un combo directo a la
sien, como en cámara lenta. El vaso, brillaba al final de mi mano, reflejando
las luces verdes, rojas y amarillas de los reflectores del techo. Alguien apago
el sonido del mundo y, una lluvia de cristales multicolor, se nebulizo en el
aire. Solo se oyó el crujido del sólido pulverizado. No había tiempo, ni
pensamiento, y mientras caían los vidrios, las astillas, aparecían frente a mí,
los ojos desorbitados de un huevón entre aturdido y asustado que retrocedía.
Por una fracción de segundo, regreso el
pensamiento diciéndome -si dejo que se rearme me saca la puta madre,
me hace el abrazo del oso y me recontra caga - Salte sobre él, con toda mi humanidad,
metiéndole otro combo desde los aires y empujándolo con el impulso. El gordo
trastabillo esta vez, a medio paso del fin del estrado. Le di un empujoncito, se
zarandeo en el aire y cayó como un costal de papas al suelo. Su nuca y cabeza dieron
violentamente contra la pared.
No había terminado de caer y, ya estaba
saltando sobre él desde los aires, mismo Shaolin. El cobarde, gimoteaba algo
como ya ya, ya no ya no, porfavor porfavor….
Puta que ahí si me entro una furia homicida. Mi
cerebro se calentó, pensaba - rosquete de
mierda cabro conchatumadre -, vi sus ojos antes arrogantes y matonescos,
suplicándome piedad. Era una visión lamentable. En ese momento, el diablo hablo
fuerte a mi oído, me dijo que le metiera un suelazo, que le pateara la nariz y
los dientes, que lo reventara.
Pero no lo hice. Fue un momento de lucidez o
de bondad o de razón o era que regreso el sonido en forma de reggae, o no se
que chucha, pero solo le dí una patada en la frente. Medida. Para asegurarlo
nomas.
El tipo yacía en el suelo, con conmoción
cerebral me imagino, porque a mí se me rompió el cuero del zapato. Pero no se
había desmayado, debía ir con tanta cocaína en el cerebro que no sentía nada,
estaba recontra duro. De una mesa, agarre una botella de cerveza de litro y
medio para rematarlo, pero ya me rodeaba una pequeña multitud de hombres y
mujeres, gritando - no compadre no
compadre no hagas eso no hagas eso – Empecé a volver en mi. Vi sangre,
mucha sangre. Mire con atención como me chorreaba la sangre por el brazo, mi
sangre, los dedos cortados, la mano mal herida. Llegaron los guachimanes, se
llevaron al gordo medio noqueado, creo que también les pedía perdón a ellos, ya
no recuerdo bien, me preocupaba mi sangrado.
Fui a la barra, me lave las manos, las heridas
abiertas. Me echaron ron de quemar, luego envolvieron mi mano con un trapo
sucio, y me pusieron una venda en el dedo gordo. Los otros dedos los tapone
con papel higiénico que llevaba en mi bolsillo. Tenía que ir a emergencias, a
que me desinfectaran y cosieran, pero eran las tres de la mañana, estaba
borracho y drogado a tope, y las calles del Centro estaban llenas de forajidos,
así que opte por seguir bebiendo y fumando.
Como a las seis de la mañana, Cindy me llevo a
su casa que quedaba cerca, los cortes ya me empezaron a doler, además, me
preocupaba el dedo envuelto con papel, que se había pegado, y el otro dedo que me
dolía, además no coagulaba y temía una infección. Hacía frío y era una mañana
gris, fea como solo puede ser una mañana gris de Lima, además estando borracho y
adolorido.
Calenté agua, le eche sal y metí la mano. Puta
que dolió como mierda, grite, casi me desmayo. El papel salió parcialmente,
pero adentro del dedo medio, se veía que el coagulo había tomado a un pedazo
negro de papel como material de aporte. Me tire a descansar en un sofá, y de
repente me sentí morir, me desvanecía, gateando quise llegar a la cocina, pero
caí a medio camino. Desde el suelo pedía ayuda con lo que me quedaba de voz,
felizmente Cindy escuchó, salió de su cuarto algo de mala gana, me dio agua
con azúcar, eso me calmo, también me pidió que la dejara dormir, que no jodiera, que si me moría lo hiciera en silencio.
Miraba
mis dedos morados e hinchados como camotes, sanguinolentos y sancochados por la
sal; mantenía la mano en alto para que coagularan los cortes, casi me había
cercenado dos dedos. Cuántos días estaré
sin poder trabajar? Pensaba preocupado - porque chucha tenía que andar metiéndome siempre en problemas, como un
vago más, toda la puta vida la misma
historia -. Poco a poco un sopor profundo me absorbía, me resistía, pero
los parpados pesaban, me quemaban los ojos. Casi a punto de dormir, creí ver o soñé a
un chino calvo, viejo y ciego, vestido con una túnica de color azafrán, que me
dijo - la volviste a cagar pequeño
saltamontes, la volviste a cagar - Luego me desmaye.
(Palma, noviembre 2015)
(Palma, noviembre 2015)
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