febrero

Ya pasamos la primera quincena y aquí recién nos estamos cagando de frío, más que invierno atrasado va a ser invierno al paso. ¿Será el calentamiento global que nos va sancochando más cada verano ?, o es el fenómeno del niño que ahora mismo, en Piura, en el norte del Perú, va asando hora tras hora, cual si fueran pollos a la brasa, a sus pobladores. O todo junto hecho un combinao climático.
Igual, como en todos los inviernos, nadie en la calle a las 10 pm. Solo la luz amarilla de las farolas, coloreando la piedra mares de los muros, en las estrechas calles de la ciudad antigua y, unos patos despistados caminando junto a la muralla romana, buscando jama.
Recién esta lloviendo también. Un poco nomas. Mientras los embalses que surten de agua a la isla, están hace semanas por debajo de sus mínimos históricos. Ya empezaron a comprar agua el mes pasado (que viene en barco) para el abastecimiento local, en esta época, en que solo hay aprox. 800,000 almas. Sin los millones de europeos del norte, de “guiris” nórdicos que invaden y hacen suyos, por masividad, todos los espacios, calles, plazas, playas, caminos, buses, carreteras, mar, cafés, noche, aire, agua, en el verano. El 2015 llegaron a casi 24 millones de visitantes. En un fin de semana cualquiera de julio o agosto, pueden pasar 500,000 de un porrazo por el aeropuerto. La gente de acá, basa su comodidad actual en su verano, donde básicamente se trabaja, se huevea también pero se trabaja. Mientras el resto de la gente esta de vacaciones, la gente isleña chambea en temporada. A full, 10, 12, 14 horas diarias, muchas veces comiéndose el descanso semanal, sabiendo que después hay 5 meses de vacas flacas.
Y los que no consiguen empleo, a llorar al río. A sobrevivir, a veces a vivir en la calle, a depender de los programas sociales, a la marginalidad, al tener que pedir para poder comer. El que tiene trabajo o negocio esta bien, frecuentemente bastante bien. Nivel de vida alto que le dicen. Escucho con frecuencia esta frase: pero es que, la verdad, aquí se vive tan bien.... La revolución no comenzará en Mallorca, de eso estoy seguro. También lo estaría si le interesará el tema, el negro flaco, cada vez más flaco, que duerme en el portal de una agencia bancaria abandonada, con cartones en el suelo, cagándose de frío, callado, mirándonos pasar. Cada vez más ido.
Pienso a la vez, en que pensará? Si en África, en unos niños, en algún amor o en el niño misero que fue, allá en Mali, o Burkina Fasso o Guinea Ecuatorial o en cualquier rincón del Africa negra, tan diferente a la vereda de concreto que habita, tan igual a la miseria de toda su vida. A veces viajas muchos kilómetros, pero por un hueco en el lugar y el tiempo, regresas al mismo lugar de siempre, atrapado sin salida.
En el parque que hay, a la vuelta de mi casa, con vista al mar desde una pequeña elevación. Habitan por varias y cambiantes horas del día, un grupo de borrachos perdidos, orates ya algunos, gritones, hinchados. Carne borracha. Poco a poco voy viendo menos, los estarán rehabilitando o se habrán muerto, como se fue muriendo de repente, en abanico, la manchita de alcohólicos que se formo en mi barrio, en Chorrillos por los años 90 y, que el licor rectificado marca Pradera, el pisco pasita y otros venenos de a luca, los incendio por dentro, matándolos uno por uno.
Temprano por la mañana llega el camioncito de la metadona, y allí forman cola los pocos yonkis que se ve. Después, desaparecen en los sótanos y las sombras, como zombis. Afuera de los supermercados, están los colectivos del recurseo, mujeres gitanas del este, desempleados con acento de barrio, cuarentones o cincuentones, hombres africanos que apenas saben decir buenos días guapa. Le dices que tal como te va y te responden buenos días guapa, le dices si ha tomado agua y te contestan buenos días guapa, qué hora es, buenos días guapa. Eso si, siempre sonrientes. Sobreviviendo. Si de eso nomas, pareciera a veces, trata la vida.
Salí de una ciudad con cielo sin cielo, y ahora estoy aquí, en una ciudad de invierno sin invierno, donde pareciera que no pasara nada. Como dicen que son las islas. Y acá seguimos activando, desde el Tumay, mientras el viento sopla y silba, azotando las palmas, enturbiando la vista, arenando la ciclovía. Y el calmo Mar Mediterráneo, repentinamente despierta, bota espuma y ruge. 

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