A estas alturas de mi vida ya debería tener una familia, tener un trabajo digno y una cuenta de jubilación bien gorda. Pero, no. Resulta que estoy sentado, con mi gato en las piernas, escribiendo esto que no sé si lo vayan a leer porque todos andan en Facebook mostrando sus mejores caras y fingiendo que son felices. Yo cerré mi cuenta porque dejé de leer libros y envidiaba la felicidad ajena.
Qué bueno que Esteban siga siendo un idealista y re-abriera el TUMAY en versión digital y desde Palma de Mallorca donde seguro ya se olvidó de su pobre Chorrillos y del rico Pay. Yo disfruto Chicago pero 14 años indocumentado me han llevado a idealizar Lima y extrañarla profundamente. Me dicen que ya no es la misma. Que la modernidad y la alienación la han vuelto insoportable para los poetas, soñadores y locos. A veces pienso en volver pero no me siento lo suficientemente fuerte y podría volver a caer en ese agujero oscuro en el que vivía. Irónicamente el país del Tío Sam me está curando espiritualmente y tengo una vida con más bastante serenidad.
Ya no sé que más escribir solamente agradecer nuevamente a Esteban por esta locura maravillosa y que los cuatro gatos que nos lean disfruten tanto como los que escribimos en este pañuelo comunal de lágrimas del TUMAY. Viva el Perú...trabajo.